Encerrado
en mi particular
burbuja
escucho a John
Sebastian Bach
como haría el viejo Bukowski.
Acarician mis oídos
suavemente
las miles de voces
de un adagio que piden
clemencia para una
melodía.
Indesciptibles parajes
recorren mis oídos, me
dejo
llevar por el ritmo;
dejo
que los golpes de violín
me lleven
donde ellos quieran, sin
prisa por volver, sin
prisa por el mañana.
Después
llega el jazz tranquilo
que suave
me conduce hasta otro
particular
infinito.
Volando los pájaros
hacia el atardecer, empiezan
las farolas a dar su
anaranjado color
a las cosas.
Deslizándose entre
las notas se cuelan
mis palabras
susurrándole al viento
que el olvido es su condena.
Bueno...qué oídos serán capaces de resistir a este masaje?...sobre todo, porque, como dice Bukowski "la gente está exhausta,infeliz y frustrada"...Saludos
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