martes, 12 de octubre de 2010

Madrugada

A la una

decidí que mañana

me invadiría

la locura.


Habían

pasado las dos

e iban

camino las tres; las cuatro

las pasé

pensando en que hacer.


Mirando

fijamente, buscando

sin reconocer.


Deambulando

en otras esferas lejanas

con las cinco me topé.


Jugando al póker

hasta que salga

el sol, los ojos cansados

y el cerebro harto

de pensar en números, de

filosofar sobre lo

absurdo.


Recobré

la infinitésima

parte de ti que

me corresponde

por puro azar.


El sol me dijo

que era

la hora de levantarse

y no he podido

dormir

aun.



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