jueves, 15 de abril de 2010

Desayuno de un Martes y 13

Que la ceniza, no sea
derramada en vano.

Que el vaso no se vacíe
por llenar otro que acabará
rebosando.

Se vuelcan solos todos los pensamientos,
en cuanto pueden escapar: vuelan alto
y se estampan en algún papel arrugado.

Vuelven a ser las macetas
los habituales ceniceros
y mueren todas
contagiadas por la miseria
que transmite ese odio encerrado, liberado
a través de cualquier negro agujero.

Se baten las alas que no existen, en un
desesperado intento de alcanzar
el cielo, alejarse de esta plenitud
de miradas vacías, de fronteras sin
cruzar, de trenes que marcharon, de canciones
sin cantar.

Aunque beba, del elixir de
los profundos pecados, vuelve
siempre a su sitio la imagen
que nunca se olvida.

El cristal empañado.
El olor a tabaco en el ambiente.

¿Qué hacer cuando es imposible
borrar el recuerdo que azota
cuando divisa a lo lejos a aquella
que un día tanto fue y ahora no
es absolutamente nada?

Nunca supe que el aire
pudiese tirar este sólido
castillo de naipes.

Un latido profundo me hace consciente de
que todavía sigo con vida.

Se repiten sucesivamente
queriendo hacer explotar mi corazón.

Es hora de pasar página y acabar
con este cruel sueño del que nunca
saldré en vano.



Jack Red. Salamanca, 13-4-2010

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