jueves, 15 de abril de 2010

Acid Jazz

I.

A los encantos
de Shiva
me acojo
en esta madrugada.

Volcanco estos versos
que bailan al son
de una triste
melodía;
calada en forma
de un gran
infinito
de teclas.

La suave vibración
se transporta
heredada
con los
avances.

Siento ahora a
la música entrar
en mi cuerpo.

Y me inundo
de ella
en son de dejar
un dulce
tesitimonio
de esta
ácida
velada.

La velocidad del
círculo de los
acontecimientos
gira poniendo a
cada parte
en su perfecto hueco.

Se encajan las
piezas del sistema
y se acaba...

como la tinta de
un bolígrafo
cansado de
decir
nada...



II.

Dejo ver el amanecer
de verano,
transportado
a mis pupilas
en un simple
espejo...

Acuñando en mente
profundos pensamientos.
no delirar
por delirar,
pues no es
momento.

No se disfruta
con el viaje
astronómico:
sino se disfruta
del viaje
astronómico.



III.

Caen conmigo las
cenizas en
el cenicero;
mi alma, descomponiéndose
en versos.

Nacer de lo profundo,
¿podría ser
crear?

No recuerdo a favor
de quién
compuse esta
catastrófica
balada,
[siempre sonarán
mejor las
palabras]

que nacieron,
para ser comunicadas.

Nunca se contradice
el que lucha
por la
verdad;
ahora, desde
tiempos
remotos, también.

Pero esperemos
que el mundo
abra su
mezquino
corazón
en son
de empatía
por el simple
hecho de
la nada.



IV.

Todos somos
nuestros Freud's
por dentro...

Automedicarse
la razón...

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