jueves, 25 de octubre de 2012

31. Delirio febril


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Nuestro encuentro fue casual
extraño, corto, compacto
nunca tuvo un color igual.

Por entonces solo sentía
que el amor llegaría ipso facto
la vida por fin sonreía.

Pero no fui consciente
hasta que me sorprendí
releyendo tus mensajes como un demente.

Ni hasta que envenené
las palabras que salían de mi boca
que no había escuchado antes ni una sola vez.

Luego juré no acordarme nunca más
de las cosas que todavía me faltan por contar
y todo va bien hasta que el insomnio rinde cuentas.

Es entonces cuando siempre me acuerdo
de todas esas horas que sin quererlo me has robado
en las que se supone debería descansar para el día siguiente.

Finalmente acabo pensando  porque siempre
las palabras prohibidas
escapan solas de mi mente



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