El viento mece
las hojas de un árbol
su sonido me recuerda
al olor del mar.
Las plantas se agitan
bailando un adagio
con el insistente
viento.
Cierro los ojos y consigo estar
en otro universo
paralelo.
Aumenta la entropía
a menudo que analizas
cualquier regla.
Poco a poco
voy entendiendo
que toda rueda
gira a otra.
Cuando no hay
habituales
encuentros con el papel
el subconsciente acoge
todas las acciones.
Sigo escuchando las voces
de las sirenas
ahora que recuerdo
el dulce y amargo
olor
que caracteriza a una
mujer.
Las tensiones se disparan
pero yo sigo
buscando eso que llaman
el nirvana.
Porque en no dejar de buscar
las cosas
está la gracia.
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