Parpadea una farola al pasar por debajo un transeúnte e inicia en su mente una historia de terror, acelera el paso, un impacto del subconsciente histórico: el miedo a la oscuridad, la vuelta a la caverna, antes del descubrimiento del fuego.
No todos los caminos llevan a Roma.
Sesión estereofónica de un armónico que intentaba taladrar mentes.
Ruptura del enjuague intelectual con la irascible y satírica ironía del humor; resultado de otorgarle una nula importancia a los valores tradicionales.
Retrato robot onírico e idealizado.
¿Dónde se encuentra el botón que desconecta el pensamiento? Lo más parecido que encontré fue el jazz, proyectando en mi mente la imagen del viento soplando un árbol.
Solo un susurro tenue llega al exterior.
Incontables versos tengo guardados en la recámara, solo hay que encontrar el instante.
Al pensar en amor se nos vienen solas las cosas a la cabeza.
Las bolsas de basura echan carreras en los aparcamientos abandonados de un centro comercial en día festivo.
La verdad se esconde ofendida.
El sonido de las olas al romper.
Colores dibujados en el cielo, nubes que parecen de papel, tantas estrellas como electrones en un solo ser humano; normal que nos acojonemos con él.
Se deja abierto a visita un pedazo de parcela de mi mente a una buena visitante.
Amor se escribe con cuatro letras y se define con demasiadas palabras.
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