Intento vomitar con palabras para despejarme el alma
una madrugada cualquiera donde se juntan
la soledad de mis noches y una buena balada.
Tan solo necesito unas caladas
y sesenta y una teclas para volar.
Mientras la noche pasa, las alarmas de los coches
siguen sin decirnos nada
yo sigo intentando componer
la melodía imposible
del roce de mis manos con tu piel.
Somos tu ideal
mi guitarra desafinada
una serie de arreglos musicales
que nunca cuadran
y yo.
A veces se rompen las leyes
y es imposible distinguir
casualidad
de causalidad.
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