Hay días que no se escribir
y sólo se comunicarme
a través del piano, con un lenguaje
limitado
pero a veces más eficaz.
Hay días que se juntan con domingos
y sólo puedo vernos haciendo el loco
por las calles de Madrid
como si estuviésemos en un videoclip
de un grupo pop a cámara lenta.
Hay días en que vivo en el sueño de la
noche anterior
y sólo recuerdo en que estábamos
conectados
en una realidad paralela ajenos a lo
demás
pero es suficiente para
hacerme pasar el día echándote de menos.
Hay días en los que sigo escribiéndote
desde la distancia
y sólo pienso en las estupideces que hago
continuamente
por evitar poner la realidad de frente
y enterrar de forma permanente
todo aquello que tenga que ver con tu
energía.
Hay días…
Últimamente
todos son ese día.